Desde la Asamblea Feminista Unitaria, en respuesta a los casos que salieron a la luz en la Universidad de Granada durante el pasado curso, consideramos necesario visibilizar y denunciar el acoso sexual en el ámbito académico, así como todas las actitudes sexistas que diariamente se dan en los centros educativos y perpetúan la desigualdad entre hombres y mujeres.
El acoso sexual es aquel comportamiento verbal o físico, de naturaleza sexual que atente contra la dignidad de una persona, creando un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo. El acoso sexual constituye además una forma de discriminación basada en el género que tiene graves repercusiones en la salud física, psíquica y social de las mujeres, así como un delito tipificado en el art. 184 del Código Penal. Si bien los hombres también pueden ser objeto de acoso sexual, somos las mujeres quienes más expuestas estamos a ello por el papel subordinado que ocupamos en la sociedad, por lo que cabe señalar el acoso sexual como una de las diversas manifestaciones de las violencias ejercidas contra las mujeres, y al sistema patriarcal como el principal responsable de esta violencia.
La universidad no es un espacio libre de violencia patriarcal, ya que esta violencia atraviesa todas las clases sociales y niveles educativos. Según la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, una de cada dos mujeres en la Unión Europea, es decir el 55%, ha sido víctima de acoso sexual, pero sólo una pequeña proporción de los casos son denunciados debido a la dificultad de identificar las situaciones de acoso como violencia contra la mujer, la desinformación, la impunidad del acosador debido a su estatus o la falta de apoyo que encuentran las mujeres cuando se disponen a denunciar a su acosador.
A ello, tenemos que añadir que en el ámbito universitario muchas veces las denuncias no resuelven la situación de acoso, sino que ahondan en la revictimización de quienes se atreven a denunciar, y que en numerosas ocasiones las actuaciones se limitan a cambiar discretamente de clase o despacho al denunciado, como ha ocurrido en la UGR, lo que favorece la impunidad ante casos similares. Esto evidencia que desde la Universidad existe cierta reticencia a visibilizar y afrontar de forma contundente el acoso sexual, bajo la falsa creencia de que este tipo de violencia es poco frecuente y relevante, y que hacerla pública desprestigiará a la institución o generará imágenes negativas sobre ella. Por el contrario, consideramos que es el silencio institucional, la falta de herramientas existentes contra el acoso sexual y el favorecimiento de la impunidad de los agresores lo que desprestigia a la UGR y genera no sólo la reafirmación de las desigualdades de género, sino además el surgimiento de nuevos casos de violencias sexuales.
Por todo ello, desde la Asamblea Feminista Unitaria reivindicamos una universidad libre de actitudes sexistas y que luche activamente contra el acoso sexual, exigiendo:
1. Que la Universidad sea un espacio de seguridad donde no se reproduzcan situaciones ni violencias sexistas, porque tenemos derecho a convivir, trabajar y estudiar sin sentir miedo.
2. Que en el Protocolo de la Universidad de Granada para la Prevención y Respuesta ante el Acoso, pendiente desde 2011 y recientemente publicado por la UGR, estén presentes algunos aspectos, pues aunque no dudamos de las buenas intenciones de la Unidad de Igualdad, creemos que, de cara al futuro, es importante dejar por escrito y claramente definidos los siguientes puntos:
– Que explicite que no es necesario que las conductas de acoso sean reiteradas en el tiempo para acceder a los mecanismos de denuncia.
– Un formulario de denuncia en la web de la UGR o una aplicación online que permita denunciar de manera dinámica y sin necesidad de identificarse.
– Delimite los plazos máximos de resolución de los procedimientos de actuación, pues aunque entendemos que cada caso tiene sus particularidades y es difícil determinar un tiempo fijo, consideramos importante señalar un plazo máximo, para que la situación no se dilate en el tiempo, de manera que la persona que ha denunciado no tenga la sensación de que ha perdido el tiempo.
– Especifique algunos ejemplos de las medidas de protección dirigidas hacia las mujeres (sin que en ningún caso éstas generen una consecuencia negativa para la mujer que denuncia), así como algunos ejemplos de las medidas disciplinarias que se podrían imponer desde la Inspección de servicios a quienes acosan con el fin de que tengan un carácter disuasorio.
– Favorezca una actitud activa de toda la comunidad universitaria frente a la violencia. Y entendemos que esto pasa por denunciar los casos existentes y no esconderlos.
– Contemple la posibilidad de inversión de la carga de la prueba en los procedimientos de actuación, es decir, que sea el denunciado el que justifique la ausencia de pruebas, en lugar de ser la víctima la que deba demostrar el acoso sufrido.
– Sea de obligatoria difusión, como mínimo anual, a través de diferentes medios (web, correo, puntos de información…) y acciones (campañas, talleres).
3. La condena, tanto pública como privada, de los comentarios y actitudes sexistas que ocurren diariamente en las aulas, porque la complicidad y la impunidad los refuerzan.
4. El fin de la publicidad sexista en los tablones universitarios, porque el uso de la cosificación del cuerpo de las mujeres como estrategia de marketing alimenta la violencia sexual.
5. Formación en materia de género para toda la comunidad universitaria, con el fin de utilizar la educación como una herramienta que nos permita identificar, prevenir y actuar ante casos de acoso o cualquier otra forma de violencia sexista.
Del mismo modo, es necesario generar herramientas que no se orienten exclusivamente a la protección de las mujeres y al castigo del agresor, sino que se dirijan también de forma colectiva a los hombres, cuestionando, combatiendo y deconstruyendo las masculinidades tradicionales.
UNIVERSIDAD LIBRE DE VIOLENCIA PATRIARCAL
¡¡STOP ACOSO SEXUAL!!